- Evitar las críticas hacia su forma de ser. Evidentemente debemos mantener algunos límites y normas que son necesarios para la convivencia, pero explicando lo que hacen o no hacen correctamente, y no criticando su forma de ser (cambiar los “eres” por los “haces”, cambiar los “siempre” o “nunca” por “ahora” o “en algunas ocasiones”).
- Usar lenguaje positivo, reforzando sus comportamientos adecuados, ahora más que nunca necesitan encontrar reconocimiento en sus contribuciones a familia.
- Ser responsables con nuestras acciones y coherentes (quedarnos en casa, ayudar a personas, etc.). Eso modela que ellos también sean responsables.
- Escuchar de forma activa, es decir, el interlocutor tiene que darse cuenta de que le están prestando atención.
- Utilizar mensaje es primera persona: cómo me siento yo ante una situación, un comportamiento, o una actitud, evitando culpar a la persona a la que nos dirigimos.
- Confiar en los hijos e hijas, es el mayor abrazo que podemos darles en estos momento; y mandar un mensaje de positividad y esperanza entre todas las personas podemos hacerlo bien.
Ana I. Rosado Sánchez
Profesora de Servicios a la Comunidad